Financiada por donaciones privadas, las instalaciones están siendo usadas para reuniones de evangelización desde el primer día.
abr 27 2017 | Marcos Paseggi, corresponsal principal, Adventist Review
Más de 1200 personas celebraron la inauguración de la iglesia adventista de Cárdenas, en Cárdenas, Matanzas, Cuba, el 22 de abril. [Fotografía: Marcos Paseggi]
Financiada por donaciones privadas, las instalaciones están siendo usadas para reuniones de evangelización desde el primer día.
Años de fervientes oraciones tuvieron un final feliz para los doscientos miembros de la iglesia adventista de Cárdenas en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, Cuba, cuando finalmente dedicaron un nuevo templo en una ceremonia especial el pasado 22 de abril. Más de 1200 líderes y miembros de iglesia, representantes del gobierno e invitados de la isla y de otros países se dieron cita para las tres horas que duró el programa especial de dedicación de las nuevas instalaciones, que incluyó música elevadora, testimonios inspiradores y un bautismo.
El proyecto de Cárdenas fue financiado completamente por Maranatha Volunteers International, un ministerio de apoyo de la Iglesia Adventista del Séptimo con presencia mundial. Su presidente, Don Noble, dijo que se sentía feliz de informar que desde 1994, Maranatha ha completado más de doscientos proyectos en Cuba, lo que incluye la construcción del Seminario Teológico de Cuba cerca de La Habana. “Tenemos una relación especial de trabajo con Cuba,” dijo Noble.
“Cuando Maranatha llegó por primera vez a Cuba, preparamos una lista de más de cien proyectos de remodelación y construcción en la isla, pero Cárdenas no figuraba en la lista original”, dijo Daniel Fontaine, por entonces presidente de la Iglesia Adventista en Cuba y ahora asistente del presidente de la División Interamericana de la iglesia. “Dios, sin embargo, sabía que llegaría el momento de Cárdenas”.
Funcionarios del gobierno nacional, provincial y local asistieron al programa de dedicación del nuevo templo, el mayor proyecto de construcción en Cárdenas —un pueblo ubicado a 150 kilómetros al este de La Habana— en más de cincuenta años. Los funcionarios asistieron para celebrar este importante hito en la historia no solo de la Iglesia Adventista sino también de la libertad religiosa en Cuba.
“Me siento feliz de que ahora puedan disfrutar de una iglesia nueva, más grande y más hermosa”, dijo Sonia García García, viceministra de Asuntos Religiosos de Cuba. “Me complace verlos tan felices”. García, quien expresó que su oficina está trabajando para hacer que los cubanos sean más libres y más felices, reiteró el compromiso de su gobierno para apoyar la obra de la Iglesia Adventista en la isla. “Las puertas de mi oficina están abiertas”, dijo. “Pueden contar con nosotros para promover y apoyar la obra que hacen”.
El presidente de la Iglesia Adventista en Cuba Aldo Pérez agradeció al gobierno cubano por su apoyo. “Este nuevo edificio es una prueba viviente de la libertad religiosa que disfrutamos en Cuba”, dijo Pérez, quien dejó en claro que los adventistas están deseosos de trabajar en pro del bienestar y la unidad de la sociedad cubana. “Tienen que saber que los adventistas están deseosos de efectuar una contribución positiva a nuestra maravillosa isla”, expresó.
Una larga historia de amor hacia Cuba
Las nuevas instalaciones llevan el nombre de Melvin y Barbara Sickler, un matrimonio estadounidense que trabajó en el Colegio Adventista de las Antillas desde 1950-1956. Su hijo Donald Sickler, que pasó parte de su niñez y adolescencia en Cuba, asistió a la ceremonia con su esposa e hijos adultos. “Es con gran emoción que estoy hoy aquí como parte del grupo [de Maranatha]”, dijo Sickler momentos antes de descubrir una placa en honor de sus padres.
Hace unos años Sickler, que es neurocirujano jubilado y vive en los Estados Unidos, había llamado a Maranatha para ofrecer su ayuda financiera para un proyecto en Cárdenas. En esa época, sin embargo, la organización sin fines de lucro, conocida por construir y remodelar iglesias y escuelas, además de cavar pozos de agua en diversas partes del mundo, acababa de completar algunos proyectos y estaba lista para dejar Cuba.
“Durante años, Maranatha había procurado sin éxito conseguir diversas autorizaciones para construer la iglesia en Cárdenas”, dijo Sickler en una entrevista con Adventist Review al margen del evento. “Por eso, cuando llamé, me dijeron: ‘Es demasiado tarde; ya hemos terminado de trabajar en Cuba’”. Pocos meses después, sin embargo, Sickler recibió una llamada inesperada del presidente de Maranatha. “¡Alístate que nos vamos a Cuba!”, relató.
Sickler, Noble y otros volaron a Cuba y, pocos días después, se enteraron que les habían otorgado la autorización final.
“Fue una travesía con altibajos, con obstáculos y complicaciones”, dijo Pérez al repasar la historia del proyecto. “Pero en su sabiduría, Dios escogió el momento apropiado para que se construya la iglesia en Cárdenas”.
Huevos, tomates y mucha oración
En efecto, el proyecto de Cárdenas había estado en la mente de los feligreses y líderes durante décadas. Hace años, los primeros pocos adventistas de Cárdenas comenzaron a orar, pidiendo a Dios que les diera un nuevo templo. La minúscula edificación en ruinas que usaban de iglesia afeaba todo el vecindario.
“La gente pasaba caminando por el frente y nos arrojaba huevos”, dijo Ismelia Aballi Segundo, exdiaconisa y una de los miembros fundadores de la congregación local. “Cuando había escasez de huevos, nos arrojaban tomates”.
Segundo, que cada sábado viaja una hora y media en autobús para llegar a “su” iglesia, como la llama, recordó que la gente se burlaba y despreciaba a los adventistas. “En una época cuando estaba de moda que las jovencitas usaran minifalda, sabían quiénes íbamos a la iglesia adventista, porque éramos las únicas con faldas más largas”, contó. “Y entonces, teníamos que soportar toda clase de abusos”.
A pesar de todo, la congregación creció, y muy pronto el lugar les quedó chico. “Con lluvia o con sol, la gente seguía los cultos desde afuera”, contó Hilia Villafranca, miembro de la iglesia adventista de Pinar del Río, que visitó la iglesia antigua en el pasado y ahora viajó más de cinco horas para estar presente en la dedicación. “Cuando había visitas, los miembros les daban sus asientos y se iban a mirar desde afuera”.
Fue por entonces que los miembros comenzaron a orar por un nuevo templo. Entre ellos estaba María y su hija Maritza Cevallos Piedra, que convirtieron en su proyecto espiritual pedir a Dios que intercediera en favor de la iglesia de Cárdenas. “Mamá oró y oró”, dijo Maritza. “Oró tanto y por tanto tiempo que le salieron callos en las rodillas”. Tanto Maritza como María, que ahora tiene 95 años, estuvieron presentes en la dedicación para ver de primera mano la respuesta a sus oraciones.
Durante años, parecía que no era el plan de Dios otorgar el deseo de los miembros. Pero ellos jamás dejaron de orar. Entre los que expresaban sus ruegos a Dios, los miembros recuerdan con cariño a una niña de 10 años, que siempre comenzaba sus oraciones diciendo: “Dios, te agradezco por la iglesia nueva que nos vas a dar”. Y en su sabiduría divina, el Señor finalmente determinó que había llegado la hora de Cárdenas. “Que no les quede duda alguna, fue iniciativa de Dios construir esta iglesia”, dijo Pérez. “Esto es obra del mismo Dios”.
Las nuevas instalaciones
Maranatha, que pasó varios años en el proyecto, contrató voluntarios internacionales y obreros locales para construir el templo. Uno de ellos es Lázaro Leal, que es diácono en la iglesia de Cárdenas y trabajó como constructor del edificio. “Conozco bien cada pared de este templo”, dijo Leal con el rostro resplandeciente, aunque reconoció que antes de ser contratado para trabajar en el proyecto, su experiencia en construcción era más bien limitada. “Reviví la experiencia del pueblo de Dios que construyó la muralla de Jerusalén”, dijo, en referencia a la historia registrada en el libro de Nehemías, en la Biblia. “A pesar de todas las dificultades, hice lo mejor que pude, y Dios se encargó del resto”.
El nuevo templo, que cuenta con una capacidad para quinientas personas sentadas y tiene un segundo piso conectado por un circuito cerrado de televisión donde caben otros cientos, es ahora una de las iglesias más grandes de Cuba. Las nuevas instalaciones también incluyen una cocina en el piso superior, un sistema de audio y video de última generación, y un llamativo y artístico bautisterio donde se bautizó a dos nuevos miembros como parte de la ceremonia de dedicación.
“Este será un lugar para encontrarse cada semana con Dios”, dijo Pérez durante el mensaje especial de dedicación. “Hagamos de este lugar un lugar de paz, de esperanza, de adoración. Vengamos aquí cada sábado para dar gloria a Dios”.
La Iglesia Adventista de Cuba también planea usar las instalaciones para encuentros especiales de la iglesia. “Este edificio será nuestro lugar de encuentro, nuestro centro de reunión y de actividades para los obreros y miembros de la iglesia en la isla”, dijo Pérez.
Entradas para reuniones de evangelización
Los líderes y los miembros de la iglesia local dejaron en claro, sin embargo, que el objetivo de ellos no es guardarse el nuevo templo para sí mismos, sino usarlo como herramienta para la misión.
“Este templo está aquí para ser compartido”, dijo Pérez. “Compartamos este templo con otras denominaciones cristianas. Compartámoslo con la comunidad. Compartámoslo con nuestros hermanos de toda la isla”.
Los miembros y los líderes están tomando medidas para que así sea, dado que planearon reuniones de evangelización que fueron lanzadas pocas horas después de la ceremonia de dedicación. Cuando hace unas semanas se anunciaron las reuniones, la respuesta fue tan abrumadora que los organizadores se vieron forzados a distribuir tarjetas numeradas para asistir al evento.
“Las tarjetas son gratuitas”, dijeron los organizadores, “pero son necesarias para entrar, para que todos tengan un lugar donde sentarse”.
Don Kirkman, el arquitecto detrás de muchos proyectos de construcción de Maranatha en Cuba y en diversas partes del mundo, dijo que, si bien los resultados entusiasman, no son algo fuera de lo común. “Maranatha es una poderosa herramienta misionera”, expresó. “Con frecuencia, después de que dedicamos un proyecto y dejamos el lugar, la feligresía se duplica”.
Los miembros de Cárdenas no quieren ser la excepción. En efecto, cuando Adventist Review preguntó a diversos miembros qué sentían al ver el nuevo templo, todos respondieron con casi las mismas palabras. “Estamos felices porque es un sueño hecho realidad”, dijeron, aunque al instante añadieron: “Ahora es nuestro desafío y deber llenar este templo tan pronto como sea posible”.
Leal piensa lo mismo. Cuando se le preguntó qué va a hacer ahora que el proyecto ha terminado, deja escapar una amplia sonrisa. “De ahora en más, voy a ser pescador de hombres”, expresó.
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